Un viaje hacia las utopías revolucionarias (CLIX): Los “desaparecidos” del general
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Por Manuel Justo Gaggero*
Un viaje hacia las utopías revolucionarias (CLIX): Los “desaparecidos” del general
 
Luego el triunfo de la fórmula Cámpora-Solano Lima y de la asunción de estos, el 25 de mayo de 1973, la fracción burguesa del peronismo, junto con la burocracia sindical y con el respaldo tácito del partido militar, llevó adelante una clara política desestabilizadora que tuvo su pico más alto el 20 de junio, con la masacre ejecutada por personeros de este trípode que venían conformando el “somatén” sugerido por el Líder.

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Fecha:07/10/2014 0:43:00 
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Fundamentalmente les preocupaba el desarrollo del peronismo revolucionario y el rol central de este en la victoria electoral y antes, en la lucha antidictatorial, y su propuesta de llevar adelante la liberación definitiva del país y la concreción de una sociedad socialista.
Para enfrentar el desarrollo de este proceso, a poco tiempo de concretar su regreso definitivo al país, Perón había sugerido, en una reunión llevada a cabo en Madrid, en la que, entre otros, estaba presente el electo gobernador de Buenos Aires Oscar Bidegain, por el que tuve conocimiento de esta idea, la conformación de un “somatén”.
Esta “institución” surge en la España del siglo XVII y estaba conformada por mercenarios que, financiados y armados por los señores feudales, enfrentaban las protestas campesinas sembrando el terror.
Luego, en el siglo XX, José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange, conforma una organización de este tipo para llevar a cabo una represión para estatal, dirigida a amedrentar y asesinar a militantes anarquistas, socialistas y comunistas.
En el país comienza a operar este “somatén criollo”, bajo la sigla “Triple A”, llevando a cabo atentados a unidades básicas, locales de partidos de izquierda y viviendas de activistas populares, al mismo tiempo que planifica y concreta ataques a la prensa opositora, entre los cuáles se inscribe el intento de copamiento de la redacción de “El Mundo”, ejecutado el 22 de febrero de 1974 del que dimos cuenta en notas anteriores.
Previo a este y, luego de la acción llevada a cabo por el Ejército Revolucionario del Pueblo en la localidad de Azul el 21 de enero de ese año, dos combatientes guevaristas Héctor Antelo y Reinaldo Roldán fueron secuestrados y “desaparecidos”, por efectivos del Ejército Argentino. .
Las fuerzas armadas habían recibido, durante la década del 60, a “instructores” franceses y norteamericanos, especializados en la guerra contrarrevolucionaria que habían operado, fundamentalmente, en Argelia y en Vietnam.
Los mismos, especialistas en la práctica de la tortura ilimitada y prolongada en el tiempo, sostenían que la mejor manera de oponerse al avance de las organizaciones populares era la “desaparición forzada” de los activistas, para de esa forma generar un “cono de sombra” que extendía el terror a toda la sociedad ya que se perdía todo rastro de las víctimas.
Esto fue magníficamente descripto por Gino Pontercorvo en el film “La Batalla de Argel” y constituyó la metodología que aplicaron los militares argentinos, en aquél verano.
Nosotros, desde el vespertino, iniciamos una campaña por la aparición con vida de estos compañeros que eran militantes barriales uno de ellos encabezaba la Comisión Vecinal del “Barrio Jardín” de Lanús.
Al mismo tiempo los abogados interponían sendos recursos de habeas corpus, con resultado negativo y Rodolfo Ortega Peña presentaba un pedido de informes en la Cámara de Diputados.
Familiares, que integraban la Comisión por la libertad de los Presos Políticos, dirigieron una carta abierta al Presidente que, por supuesto, no tuvo respuesta con lo que se demostraba que este no sólo que no condenaba estas prácticas sino que las respaldaba, asumiendo el rol constitucional de “Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas” como lo había planteado en su discurso, por cadena nacional, el 23 de enero.
Participe en numerosos actos que se llevaron a cabo en la Universidad y en el barrio en que habían militado estos compañeros por la aparición con vida de los mismos y pude comprobar, en este último, el profundo afecto que sentían los vecinos por ellos.
Habían desarrollado numerosas tareas comunitarias para mejorar la calidad de vida de los habitantes de este.
El cuadro, de abierta hegemonía de la fracción burguesa del Movimiento y de fascistización del gobierno, se completó con la pública ruptura, en el acto del 1° del Mayo, con la “Tendencia” y sus diferentes expresiones organizativas.
En el mismo, frente a la interpelación de una multitud que coreaba la consigna “Que pasa, que pasa, General que esa lleno de gorilas el gobierno popular”, el ex Líder respondió con un discurso, cargado de agresividad reivindicando el rol de la burocracia sindical pactista.
Al mismo tiempo y, dando la espalda al palco, los militantes populares y revolucionarios se retiraron de la plaza histórica.
Atrás quedaban aquellos aniversarios del día de los trabajadores, en el primer peronismo, en los que el General dialogaba con el pueblo y que culminaban con el pedido, que al día siguiente se decretara asueto, al grito de “mañana es San Perón”.
Recuerdo que, cuando cursaba los primeros años del secundario escuchaba por radio estos mensajes, que me fortalecieron en la convicción que en ese momento transitábamos por un proceso de cambios.
Ahora, la imagen era absolutamente diferente, “el que fuera un grande hombre”, se había convertido en el exponente de una alianza, fundamental, para consolidar el sistema de dominación.
A diferencia de esta dramática celebración, llevada a cabo en Buenos Aires, en la “docta”, escenario del “Cordobazo”, una multitud fervorosa acudió a la convocatoria del Movimiento Sindical Combativo.
Una gran profusión de carteles de organizaciones obreras y movimientos políticos dio un marco de unidad de todos los sectores comprometidos con la lucha por los derechos de los trabajadores.
Se rindió homenaje a todas los mártires caídos a lo largo de la historia del movimiento obrero argentino.
Sin estar en la lista de oradores y, por el pedido unánime de los participantes, Agustín Tosco debió hacer uso de la palabra.
En la improvisada alocución, rescató el significado profundo del 1° de mayo, rindió homenaje a todos los caídos, demandó la vigencia plena de las libertades, exigió la liberación de los presos políticos, la solidaridad con todos los hermanos de clase de América Latina y anunció la propuesta de un paro activo, con movilizaciones y abandono de los lugares de trabajo, para el 29 de mayo.
Participé en el mismo con compañeros del diario, siguiendo la campaña por la reapertura de este y, al día siguiente, intervine en un acto masivo organizado por estudiantes de ciencias de la comunicación en defensa de la libertad de expresión, que encabezaron Martin Federico y Alfredo Curutchet.
En la segunda semana de ese mes y, con una celeridad inusual, la Cámara en lo Contencioso Administrativo revocó el fallo del Juez Jorge Enrique Cermesoni y legitimó el arbitrario y antidemocrático decreto del Ejecutivo, por el que se clausuraran “El Mundo” y luego “Respuesta Popular”.
Sin muchas expectativas, ya que era evidente que el Ejecutivo había logrado “disciplinar” al Poder Judicial, interpusimos un recurso extraordinario, que nos fue denegado, y fuimos en queja a la Corte Suprema.
Al mismo tiempo comenzamos a preparar el VI Congreso del Frente Antimperialista y por el Socialismo que se llevaría a cabo en Rosario, en el mes de junio conforme a lo votado por la Mesa Nacional.
El mismo se convocaba con la consigna “unidad contra el fascismo”, para denunciar el proceso que se estaba dando en el gobierno nacional y las crecientes acciones intimidatorias de la Triple A., entre las que se contaba el asesinato, en San Nicolás, del periodista y corresponsal del diario: José Colombo.
Al mismo tiempo que vivíamos este complejo proceso y fortalecíamos los lazos con exponentes de la corriente revolucionaria del Movimiento como Alicia Eguren, Bernardo Alberte, Jorge Di Pasquale, Alfredo Ferrarressi y Ortega Peña, entre otros, una llamada de Raimundo Villaflor, me genero una preocupación adicional.
Este, en un encuentro en un bar céntrico, me planteó que necesitaban reunirse con algún miembro de la dirección del PRT para proponer una salida a la prolongada detención del Teniente Coronel Ibarzabal, encarcelado en una “cárcel del pueblo”, desde el combate en Azul.
Entendía, la conducción de las Fuerzas Armadas Peronistas que él lideraba, que era un elemento más para profundizar la propaganda negativa desatada contra el movimiento popular y revolucionario, por lo que había que encontrarle una salida.
¿Cuál fue la propuesta del ERP frente a la gestión amistosa de los compañeros de la FAP? ¿Cómo se desarrolló en la docta el V aniversario del “Cordobazo”? ¿En qué contexto se llevó a cabo el VI congreso del FAS? Estos y otros temas abordaré en la próxima nota de esta saga en la que describo vivencias personales en la década del 70.

*abogado. Ex Director del diario “El Mudo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”
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