Un viaje hacia las utopías revolucionarias CLXXXXX. Represión sin límites
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Municipalidad de Parana

Por Manuel Justo Gaggero*
Un viaje hacia las utopías revolucionarias CLXXXXX. Represión sin límites
 
En ese trágico año 76 y, un mes antes que fuera secuestrado y hecho desaparecer nuestro responsable Eduardo Merbilaha, se produjo un episodio que nos llenó de zozobra y de angustia y frente al cuál, una vez más, tomamos conciencia que la represión, en el Estado Terrorista, no tenía límites.

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Fecha:16/12/2015 10:09:00 
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Como lo he narrado, en notas anteriores, uno de los dirigentes democráticos con el que mantenía una fluida relación era Mario Abel Amaya.
En cada oportunidad en que nos encontrábamos le insistía en la necesidad que tomara el camino del exilio ya que corría serios peligros.
La última vez, en la segunda semana de agosto, le lleve el dinero para que comprara el pasaje a Europa y además, lo que necesitara para instalarse.
Lo habíamos conversado con Eduardo Luis Duhalde y entendíamos que jugaría un rol importante en la Comisión Argentina de Derechos Humanos, teniendo en cuenta que había ocupado una banca en el Congreso Nacional y que era cofundador del Movimiento de Renovación y Cambio, al interior de la Unión Cívica Radical.
Cómo ya no le quedaban argumentos aceptó la sugerencia pero me dijo que necesitaba viajar al Sur para despedirse de su madre, le señale los peligros que esa decisión traía aparejados. No hubo caso.
Quedamos en un encuentro cuando regresara y me pidió que le guardara el dinero agradeciendo el gesto de la dirección del Partido.
Mis temores no eran infundados.
El 17 de ese mes fue secuestrado él y Hipólito Solario Yrigoyen, por personal militar que respondían al V Cuerpo del Ejército, y trasladado a una cárcel clandestina.
Ambos eran dos amigos y compañeros increíbles, de gran valor personal y una trayectoria impecable, en la defensa de los derechos de los trabajadores y de los luchadores populares.
Hipólito había asumido la defensa de Agustín Tosco, cuándo estuvo a disposición de los tribunales militares, luego del Cordobazo.
Cuándo se produjo la fuga de los prisioneros del penal Rawson, los compañeros que quedaron varados en el aeropuerto de Trelew, solicitaron la presencia del Juez y de estos dos demócratas coherentes antes de entregarse.
Luego de la masacre perpetrada por el régimen militar acompañaron la denuncia de la misma y asumieron la defensa de los que permanecían en el penal.
Ya como senador, Hipólito, presentó un proyecto de ley modificando la de Asociaciones Sindicales a fin de garantizar la democratización de las mismas y la participación de las minorías en la conducción.
La reacción de la burocracia no se hizo esperar.
La Triple A del “General” coloco un explosivo en su auto que casi le cuesta la vida que hemos recordado en notas anteriores de esta saga.
Durante ese período y, desde la dirección del diario “El Mundo”, estreche la relación con ambos que eran dos personas sumamente queribles y de una extraordinaria humanidad.
Consulté con Alberto que hacer y pensamos que lo único posible era verlo a Raúl Alfonsín y plantearle que hablara con el General Albano Harguindegui, a la sazón Ministro del Interior de la Dictadura, y con el que habían sido compañeros en el Liceo Militar.
Sin sopesar los riegos y pensando en los trato crueles y aberrantes a los que estaban siendo sometidos los amigos lo llame a su casa y le dije que necesitaba hablar urgente con él.
Me recibió una hora más tarde estaba confundido y al mismo tiempo angustiado. Le plantee lo del General genocida y, con pesar, ya que no quería tener relación alguna con este, me dijo que lo haría.
No sé si por esa gestión o por la campaña que llevamos adelante en el exterior pero logramos arrebatárselos a los secuestradores.
El 31 de ese mes fueron “legalizados “ en un estado de salud deplorable y alojados en un penal, incomunicados, donde se los siguió torturando.
El “Negro” era asmático y se lo había privado de su inhalador. El 19 de octubre falleció como consecuencia de las torturas.
Hipólito pudo viajar al exterior, se radico un Paris y su actividad en la solidaridad y denuncia fue de incalculable valor.
Ya en la primavera sin flores de ese año en el que fue secuestrado y hecho desaparecer nuestro responsable, comenzamos a reorganizar nuestro frente y al sector de prensa del que era responsable Alba.
El Buró lo designó al “Vasco “ Daniel en reemplazo de Alberto y tuvimos una primera reunión en nuestra casa, en San Isidro, en la que también estaba viviendo ”Nora”, la compañera de Eduardo.
Lo conocía de Córdoba de la época del FAS y sabía que era un compañero amplio que valoraba nuestra actividad.
Le dimos un informe completo y quedamos en reunir el equipo en un departamento de una pareja de compañeros simpatizantes.
La reunión duraría toda la noche por lo que entraríamos “cerrados” a partir de la caída del sol y, para no llamar la atención, lo haríamos con intervalos de media hora.
Balta y Osvaldo eran los compañeros claves . Se trataba de darle un informe completo de los diferentes “tríos” que atendíamos, de las relaciones con los dirigentes democráticos, del trabajo con la Juventud del Partido Intransigente y con la Comisión Argentina de Derechos Humanos.
Prensa, por su lado, le informaría de las tareas de la Agencia que estaba aún en su etapa preparatoria.
En esos días los Montoneros habían reemplazado a Miguel Zavala Rodríguez, con el que me reunía semanalmente para coordinar actividades, por una compañera, también abogada, de Mendoza: Susana Sanz con la que nos entendimos perfectamente.
Conforme lo resuelto y sin ningún problema alrededor de las 10 de la noche comenzó la reunión.
Los dueños de casa le habían dejado a Alba las llaves del departamento y se habían ido a la casa de su padres.
Por supuesto que Balta, que siempre resolvía los problemas prácticos, se encargó de las vituallas para la cena y el desayuno del día siguiente.
El “Vasco” me adelantó que la dirección consideraba que debía concentrarme en la atención de los contactos y resignar la tarea en el frente sindical de la fábrica de Alpargatas.
Otro compañero se haría cargo de cubrir mi ausencia.
Lo lamenté, ya que en esos meses había comprobado, nuevamente, que la mejor manera de romper el aislamiento que genera la clandestinidad, es la relación directa con los trabajadores.
En su informe,“Daniel “, con toda crudeza, precisó que las actividades de la Compañía de Monte en Tucumán estaban suspendidas por la feroz represión desatada no sólo contra los combatientes, sino también con los pobladores pese a ello se había podido resguardar el armamento y una imprenta.
Señalo que la caída del Comandante había suspendido, momentáneamente, la construcción de la OLA, pero que se avanzaba en esa dirección con una coincidencia cada vez mayor con sus integrantes: Montoneros, la Organización Comunista Poder Obrero y el Partido Comunista Marxista Leninista.
Como contrapartida de este escenario, difícil por cierto, en otra región del Continente, más precisamente en América Central, crecían las organizaciones guerrilleras.
En Nicaragua el Frente Sandinista de Liberación Nacional, fundado en los 60 por Carlos Fonseca Amador, libraba duros combates contra la dictadura pronorteamericana de Anastasio Somoza Debayle.
Por su parte en Guatemala a las Fuerzas Armadas Rebeldes se había sumado el Ejército Guerrillero de los Pobres y en El Salvador se formó una coordinadora de las organizaciones revolucionarias.
¿Se hizo alguna consideración en la reunión con relación a un repliegue ordenado al exterior de parte de la dirección de nuestro Partido?.
¿Qué decisiones había adoptado el Buro?.
Estas y otras cuestiones serán abordadas en nuestra próxima nota.

*Abogado. Ex Director del diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre“ y “Diciembre 20”
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