Un viaje hacia las utopías revolucionarias CLLLVIII. Situaciones imprevistas en un trayecto complicado
 Home Regístrese



Contenido
Home
Portada
Actualidad
Gobierno
Paraná
Nacionales
Derechos Humanos

Referecia
_
Contáctenos


Municipalidad de Parana

Por Manuel Justo Gaggero*
Un viaje hacia las utopías revolucionarias CLLLVIII. Situaciones imprevistas en un trayecto complicado
 
Los compañeros del equipo de documentación del Partido que nos entregaron los pasaportes que utilizaríamos para salir del país nos advirtieron que teníamos que memorizar todos los detalles referentes a la familia de los titulares de estos, cuya identidad asumiríamos, ya que en Migraciones en la frontera te hacían infinidad de preguntas vinculadas al trabajo y a los antecedentes familiares.

 Envíenos su consulta o comentario. |  Enviar esta noticia por email Recomendar esta noticia
Fecha:24/05/2016 11:10:00 
Texto completo de la noticia  
 
Reducir Ampliar

Durante el viaje nos dedicamos a recordar los datos, al mismo tiempo que el anuncio de la posible cena en Paraná nos puso en tensión como lo hemos descripto en la nota anterior.
En mi caso, “mi abuelo”, había llegado a la Argentina a principios del siglo XX, proveniente de Polonia huyendo de los “pogromos” organizados en su tierra natal y en la búsqueda de mejores condiciones de vida y de trabajo.
Inicialmente se había radicado en la provincia Entre Ríos, en una colonia judía que quedaba cerca de la ciudad de Villaguay–Moisés Ville -pero luego se trasladó a la ciudad de Buenos Aires y, con el apoyo de algunos amigos, abrió un negocio de venta de telas al por menor y al por mayor que, en el contexto del proceso de sustitución de importaciones de la primera guerra mundial, comenzó a crecer logrando preservarse en la crisis del 30.
El hijo -o sea el padre de nuestro compañero– estudio en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires y se hizo cargo del comercio familiar luego que su progenitor falleciera .
Políticamente colaboraba con un periódico progresista llamado “La Nueva Sion” lo que explica el acercamiento del hijo a nuestra organización.
Al mismo tiempo que memorizaba estos detalles trataba de lograr que los hijos de Nora no descubrieran nuestra relación ya que era fundamental que no nos vincularan de ninguna manera.
Margarita, que tenía cerca de 6 años, se acercaba a mi asiento y me decía “yo te conozco” , yo la miraba serio y no le contestaba.
Esta situación, como la posible escala en la capital entrerriana, no fueron previstas cuándo planificamos el viaje.
Al llegar a Santa Fe nos anunciaron que haríamos una parada de media hora para que el colectivo se pudiera reabastecer de combustible por lo que debíamos descender de la unidad y esperar en la Terminal.
Por supuesto que en ese momento nos invadió la nostalgia.
En esa ciudad habíamos estudiado y militado ambos, conformando la Juventud Universitaria Peronista, al mismo tiempo que participamos activamente en los movimientos de protesta de los trabajadores ferroviarios en 1961 y luego en las ocupaciones de fábricas de 1964.
Desde la misma viajé al encuentro de ese maravilloso proceso revolucionario que se vivía en Cuba, en 1962, que he narrado en esta saga.
Los padres de Alba vivían a pocas cuadras de esta estación y como la madre estaba enferma y era el último día de aquel año de “noche y niebla”, decidimos hacer una “liberalada” -como la calificaría nuestra conducción- y enviarle una torta, por supuesto sin ninguna dedicatoria, que compramos en la confitería de la estación.
Una vez concretado este envío me cruce a un kiosco de enfrente a comprar fósforos para encender la pipa.
No suponía que tendría una nueva sorpresa.
Al pedir éstos, salió del interior del local un viejo estudiante crónico de nuestra Facultad que tenía como apelativo “Cachalote” que me dijo: ”Manuel!, que alegría verte”. Me reconoció por la voz.
Me preguntó cómo estaba y que se había enterado que habían asesinado a mi hermana.
Rápidamente tuve que elaborar una respuesta que fuera creíble y que evitara que, sin pensarlo, me pudiera perjudicar.
Le dije que estaba viajando hacia Buenos Aires, que no tenía problema alguno y luego de un fuerte abrazo me despedí de un viejo compañero al que no vi nunca más.
En este contexto y, con la “amenaza“ de la cena, seguimos viaje hacia mi ciudad, en la que habían nacido nuestros tres hijos y en la que habíamos pasado buenos y malos momentos.
Al llegar a la misma los chóferes, con los que habíamos formalizado una fuerte relación, ya que viajaban muy pocas personas, nos empezaron a comentar lo bien que se comía en el “Moncholo viudo”.
Pero, para alegría nuestra y, desazón de ellos, el lugar estaba cerrado ya que eran pasadas las 22 horas.
Decidieron seguir hacia el centro para buscar otro restaurante lo que suponía desviarse de la ruta. El resultado también fue negativo.
No cabía duda que la Dictadura genocida no sólo secuestraba y asesinaba, sino que también había terminado con la alegría y la noche en las ciudades del interior, totalmente diferente de los 31 de diciembre que recordaba cuando era joven en que pasábamos bailando y festejando en los clubes hasta altas horas de la madrugada y terminábamos desayunando, a la mañana siguiente, en la confitería del Hotel Plaza o en el Flamingo.
El viaje continuó y nosotros respiramos aliviados al no concretarse la parada prevista.
Pasada la medianoche, y en medio de la ruta, descendieron algunos pasajeros con los conductores y brindaron con champán el inicio de un nuevo año que para nosotros era el comienzo de un nuevo desafío.
Alrededor de las 3 de la mañana llegamos a Paso de los Libres. Los gendarmes estaban evidentemente festejando desde hacía muchas horas por lo que casi no controlaron los pasaportes y no nos hicieron ninguna pregunta, al mismo tiempo que nos deseaban un buen comienzo de año.
Idéntica situación se repitió con las autoridades migratorias del hermano país.
Resulta difícil describir la sensación que teníamos cuándo llegamos a Porto Alegre y más allá que sabíamos de la colaboración de los servicios de inteligencia brasileños con la represión en nuestro país pensábamos que habíamos dejado atrás el horror.
Ya liberados de todo control nos abrazamos con Nora, Jorge y los niños y luego de alojarnos en un hotel salimos a almorzar con una tranquilidad a la que no estábamos acostumbrados.
Al día siguiente partiríamos a Río donde nuestros caminos se bifurcarían.
Nora y Alba viajarían a Europa, Jorge regresaría a la Argentina y yo me trasladaría a México ya que en este país se estaba organizando un poderoso movimiento de denuncia y solidaridad y el Partido consideraba que podía tomar contacto con el mismo y adelantarle, a los militantes de nuestra organización, los temas que serían abordados en el próximo Comité Ejecutivo ampliado.
De esta forma cerramos una etapa de este “diario de un caminante” y seguimos buscando las utopías revolucionarias sin las que la “vida-como diría el poeta – es un largo camino hacia la muerte”.

*Abogado. Ex Director del diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre" y “Diciembre 20”
 Home
www.lambdasi.com.ar
E-mail
y reciba periódicamente nuestras últimas novedades...






Muni Villaguay

El Pingo

Agmer central
ATE