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Municipalidad de Parana

Por Guillermo Alfieri*
Crónicas en Claroscuro
 
En el río revuelto de situaciones complejas

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Fecha:30/08/2016 10:40:00 
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La palabra crisis es de uso frecuente. Crisis es la manifestación de uno o varios problemas, de diversa índole y alcance. Hay crisis globales, regionales y locales colectivas, de pareja e individuales materiales y simbólicas heredadas y coyunturales. Cualquiera sea el caso, la crisis requiere ser reconocida, diagnosticada con acierto y enfrentada con acciones adecuadas para superarla. Los efectos de la crisis son más evidentes que las causas que la provocan, con el agravante de que, en el momento de determinar responsabilidades, la paja se suele mirar en el ojo ajeno y rara vez el tronco en el propio.
Jorge Luis Borges advirtió: “(…) El hilo se ha perdido, el laberinto se ha perdido también. Ahora ni siquiera sabemos si nos rodea un laberinto, un secreto cosmos, o un caos azaroso. Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo (…)”. Gente sabia ha interpretado que el hilo es la reflexión, que permita identificar la salida de las encrucijadas que se presentan, con el análisis sin malicia y riguroso. Umberto Eco adoptó la metáfora el hilo fue el recurso que encontró, para que los personajes de su novela, llevada al cine, El Nombre de la Rosa, hallaran el camino para emerger de los laberintos de la siniestra biblioteca medieval.

Acabo de ver y escuchar al presidente de Bolivia, conmovido y desconcertado: el viceministro del Interior, Rodolfo Illanes, fue torturado y asesinado a golpes aplicados por mineros cooperativistas, en conflicto por un proyecto de ley laboral. Evo Morales asegura que la policía no tenía permiso para emplear armas de fuego en la represión, que mató a cuatro trabajadores. Evo Morales repudia el crimen del que fue víctima un alto funcionario, que trataba de mediar, sin custodia. En la tragedia, los límites morales de los actores enfrentados se quebraron, en un país democrático.

En España, hace casi nueve meses que está en veremos la elección de presidente. Ocurre que la determinación es indirecta: el pueblo consagra diputados y estos al titular del Poder Ejecutivo, investido por el rey. La norma establece que el candidato debe recibir el respaldo de 176 de los 350 legisladores. En dos vueltas de comicios generales, ningún partido logró la mayoría propia y fracasaron las gestiones de acuerdos. En esta semana, se realizará una nueva ronda, con ciertas expectativas de salir del laberinto. De lo contrario, la ciudadanía, nutrida de hartazgo, será convocada para introducir boletas en las urnas, justo el día de la Navidad, según el cronograma vigente. Lo llamativo es que los constitucionalistas no previeron un modo de eludir la indefinición, que ya parece eterna, por ineficacia de los protagonistas políticos, de derecha, centro e izquierda.

En Brasil, Dilma Rousseff es juzgada por el Senado, acusada de mala administración de la nave del Estado. Al parecer la presidenta, suspendida en el ejercicio de sus funciones, no retomará el cargo. Contra Rousseff no hay sospechas de corrupción, que sí pesan sobre numerosos parlamentarios, que están a punto de revocar el mandato extendido por el pueblo. De allí que la hostigada dirigente enfatice que la democracia no está garantizada en su país, afectado también por la crisis económica y causas judiciales, que colocan en la cárcel a fuertes empresarios y políticos.
En el ensayo titulado Para Entender la Política, editado en 1999, los analistas argentinos Eric y Alfredo Calcagno distinguen tres formas de corrupción: la negra, la gris y la blanca. La negra remite a los delitos incluidos en el Código Penal. La gris es la tolerada por ejemplo, la que sirve al financiamiento de los partidos políticos, con dinero de oscuro origen. La blanca es la más naturalizada e infecta al conjunto social, para construir un amplio muestrario: la coima para acelerar un trámite o gambetear una multa, el tráfico de influencias, las sustracciones del patrimonio intelectual de terceros, las pirateadas en Internet y así de seguido.

En la región latinoamericana, los presidentes elegidos por el canto de las urnas no reciben cheques en blanco la respectiva gestión y conducta está sujeta a controles, que pueden desembocar en situaciones como la de Brasil. Lo que tiene mala fama es el golpe de Estado, tan frecuente en décadas del siglo XX, entre otras cosas porque la oposición suponía que e l desgaste del oficialismo la beneficiaría. En ese hueco de relaciones, la desestabilización promovía la irrupción castrense, con respaldo interno y externo. Por eso, es un avance notable la continuidad democrática de los últimos 32 años.
Con elecciones se toma el pulso al humor ciudadano, que premia y castiga, con aciertos y errores, según las ideas en pugna. Votar no elimina las dificultades, pero si se tornan agudas como en 1989 y 2001, la institucionalidad no se quiebra. El sufragio apostó, en la Argentina, al populismo, al desarrollismo, a la socialdemocracia y al neoliberalismo. Un gobierno nacionalizó empresas y otro gobierno las privatizó. Un gobierno firmó contratos petroleros y otro gobierno los anuló. Hubo progresos y retrocesos alegrías para unos y amarguras para otros. Cabe pensar que una de las claves de la democracia es que el oficialismo de turno puede perder elecciones y el resultado debe ser respetado, sin resignar el derecho de la sana crítica, reflexiva y activa. Que ayude a abandonar el laberinto y dirimir con argumentos las diferencias existentes. Con la moral poniendo límite a la política y la moral y la política predominando sobre los intereses económicos y las ambiciones facciosas.

*Periodista - Escritor
Publicado el 30 de agosto de 2016
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