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Por Guillermo Alfieri*
Crónicas en Claroscuro
 
Tito Paoletti, a los 80

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Fecha:14/10/2016 12:40:00 
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El 9 de octubre de 2016, Alipio Eduardo Paoletti cumpliría 80 años de edad. Escribió Rodolfo Walsh, que el verdadero cementerio es la memoria. Desde ese lugar, celebramos al perenne amigo, fallecido el 1 de diciembre de 1986. En una noche de desvelo, imaginamos a Tito como un viejo vigoroso, expositor de sus estados de ánimo. Preocupado por la desigualdad social enquistada en el país. Cabrero por la muerte del cura tucumano, que sostenía una despareja pelea con los mercaderes de la droga. Feliz por la identificación del nieto 121, hijo de padres desaparecidos por la dictadura, familiar de los Lanzillotto, apellido con arraigo en La Rioja.

Tito nació en 1936. Del barrio de Liniers se mudó a La Rioja. En 1959 participó en la refundación del diario El Independiente. Se casó con Lyli Santochi y tuvieron seis hijos. Las dimensiones de la comarca permitían el conocimiento de los vecinos y el hallazgo de afinidades, que estrechaban la relación en determinados puntos de encuentro. Alba Lanzillotto ejercía la docencia, al igual que su esposo, el poeta Ariel Ferraro. Entre otras coincidencias, ambos matrimonios compartían la adhesión a la gestión pastoral del obispo Enrique Ángel Angelelli.
Desatada la represión, La Rioja se nutrió de cazadores de brujas. El Independiente fue invadido por la patota militar. Contra Tito Paoletti se dictó orden de captura, con condena a pena de muerte interlineada. A la clandestinidad sucedió el exilio, en 1977, con España como destino. Alba Lanzillotto estuvo detenida la liberaron con la presión de que ella y su marido abandonaran la ciudad. En definitiva, el refugio fue el mismo, cruzando el Atlántico. Allí renovaron el abrazo Lyli, Alba, Tito y Ariel, con los respectivos descendientes.

Siete fueron los hermanos Lanzillotto. Cinco mujeres y dos varones. Alba tenía 19 años de edad, cuando llegaron al mundo, en 1947, sus hermanas mellizas Ana María y María Cristina. Las conocí en 1973, en una corta estadía en La Rioja, luego de salir de la cárcel de Villa Devoto. Habían sido apresadas por el gobierno de facto y liberadas la noche que asumió el Poder Ejecutivo el doctor Héctor J. Cámpora, elegido por el voto popular. En la entrevista, revelaron sus pocas expectativas de que la lucha revolucionaria, a la que adherían, pudiera tomarse una tregua.

En España, los exiliados debieron atender su subsistencia y denunciar el despliegue del terrorismo de Estado en la Argentina. Como inquietud esencial, aquí estaban seres queridos y rondaba la tragedia. Ana María y María Cristina Lanzilloto habían sido secuestradas, en operativos realizados en territorio bonaerense contra dirigentes y militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Ana María tenía un embarazo de ocho meses. Con el tiempo se supo que había parido en cautiverio. Como su hermana, fue torturada, asesinada y desaparecida.

La impaciencia de Tito Paoletti no le dio tiempo para preparar el equipaje para el regreso. Volvió apenas las urnas recuperaron el funcionamiento para consagrar autoridades democráticas. Cuando quiso retomar su puesto en El Independiente, le comunicaron su exclusión de la cooperativa, que él había impulsado, por abandono de trabajo. Denunció el hecho ante la justicia provincial, con el asesoramiento técnico del doctor Mario Cholo Lanzillotto, hermano de Alba y de las mellizas Ani y Tina.
El sueño de Lyli y Tito era estar en la casa del barrio de Vargas. Los miserables frustraron el anhelo, cumpliendo el objetivo dictatorial de suprimir la línea editorial de El Independiente. Demasiados mazazos para el ejemplar periodista y modelo de coherencia entre el pensar, decir y actuar. Dejó producido el dossier Como los Nazis, como en Vietnam y falleció en Buenos Aires, luego de comandar la redacción del periódico de Madres de Plaza de Mayo.
Alba Lanzillotto sí fue reintegrada al cargo docente. Igual se afincó en la metrópolis, donde murió Ariel Ferraro en 1985. La tía Alba gestionó como secretaria en Abuelas de Plaza de Mayo. Se restablecía de un accidente doméstico, cuando Estela Carlotto apremió su presencia en la sede de la institución. Llegó con sus 88 años y el bastón de apoyo para caminar. Le anunciaron que su sobrino, parido en cautiverio, había sido ubicado. Entre los saludos y felicitaciones le pareció ver a Lyli Paoletti, que partió el 10 de junio de 2006. En mi desvelo, apuesto que por ahí también andaba Alipio Eduardo Tito Paoletti para cobijarla con su abrazo, que tanto se extraña.

*Periodista - Escritor
Publicado el 14 de octubre de 2016
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