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Municipalidad de Parana

Por Guillermo Alfieri*
Crónicas en Claroscuro
 
De series y personajes

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Fecha:24/05/2017 12:05:00 
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Merlí y Llámame Francisco son series de televisión, incluidas en la programación de Netflix, que apreciamos en estas noches de otoño. Merlí Bergeron es un ficcionado profesor de Filosofía, en un curso con mayoría de estudiantes adolescentes, habitantes de Barcelona. La inter-relación en el aula es positiva, pero el docente camina por la cuerda floja de la inestabilidad laboral, por su escaso apego a pautas reglamentarias, de corte disciplinario. Llámame Francisco, recrea tramos de la trayectoria religiosa de Jorge Bergoglio, hasta que fue consagrado Papa argentino de la Iglesia Católica. En las secuencias, aparecen las denominadas, por el propio sacerdote, “decisiones urgentes” en la dictadura, de 1976 a 1983.

En el existente Instituto Àngel Guimerà, le asignan horas de clase a Merlí Bergeron, interpretado por el actor catalán Francesc Orella. El intelectual solvente, franco e informal en el trato cotidiano, capta el interés de estudiantes que rastrean en la orientación vocacional, con recursos pedagógicos que pretenden fomentar la libertad de pensar, antes que asimilar conceptos masticados. Si despierta simpatía en los alumnos, provoca recelos en algunos colegas y preocupación en el director del Instituto, que se siente entre la espada y la pared, porque Merlí actúa al límite del estatuto. Merlí se involucra en conflictos individuales y familiares de sus discípulos. Cuando quiere a alguien no se refrena, en cuanto advierte que es correspondido.
Su madre es una liberal actriz su ex esposa viaja a Roma y el hijo de ambos convive con la abuela y Merlí. No es todo: el muchacho es uno de los alumnos del padre profesor. Acarrea un conflicto no liviano, que a veces rebota en el grupo, multicaracteres. Está el gracioso desubicado, el tímido, el raro, la solidaria, la desprejuiciada, el indolente, el estudioso. Merlí desarrolla el programa oficial. Sócrates y Platón los sofistas, los hedonistas y los escépticos Nietzsche, Dios y el Superhombre. Lo previsto queda en suspenso, cuando el docente advierte que un problema flota en el aula. Por caso, una estudiante autofilmó la intimidad de su cuerpo y las imágenes desembarcaron en celulares de sus compañeros, por la malicia de un ex novio despechado.

Merlí Bergeron no sofoca el debate, lo propicia. Hay compañeros de Mónica, la que se autograbó, que con el morbo de ocasión aportaron a la difusión del material malversado. Con la discusión, la camaradería queda a salvo. El docente da un enfoque político y cultural al tema. Advierte al curso que recurre a un pensador fuera de la currícula, del que poco se conoce en la Academia. Parafrasea conceptos de Guy Debord (1931-1994), redactor de la tesis La Sociedad del Espectáculo, editada en Francia en 1967. El ser humano se ha convertido en un espectador de sí mismo. Dejen de disfrutar la vida con una cámara y mírenla con los ojos. En el actual modelo de sociedad la vida de la gente es un espectáculo. No acepten que si no te mostrás, no existís. Espectáculo es la relación social entre la gente, mediada por imágenes-mercancías.

La serie catalana abarca 13 capítulos en su primera temporada. Da la impresión de que hay secuencias que rinden homenaje a La Sociedad de los Poetas Muertos, la gran película inglesa. Se ha filmado una segunda temporada, que aún no encontramos. Consulté a amigos competentes sobre qué sabían de Guy Debord. Desperté la curiosidad y compartieron mi ignorancia. En la Enciclopedia Espasa Calpe no hallé ni una palabra sobre el intelectual nacido en París. En sitios de internet leí que las ideas de Guy Debord influyeron en las agitaciones europeas de la década de los 60. Las obras de Carlos Marx le brindaron convicciones y capacidad de análisis. Enfermo de alcoholismo, se suicidó a los 63 años de edad. Recién en 2009, el gobierno francés declaró de interés nacional el archivo escrito y fílmico de Debord, a punto de ser comprado por la Universidad de Yale, Estados Unidos.

Llámame Francisco es una serie de cuatro episodios. No es un documental, pero los hechos se suponen como la versión fidedigna de la realidad. La figura de Jorge Bergoglio está encarnada por Rodrigo de la Serna y Sergio Hernández, hasta la mediana y tercera edad, respectivamente. La dirigió Daniele Luchetti. En el comienzo, el joven Bergoglio lleva una vida normal, con barra de amigos, el peronismo proscripto como definición política y San Lorenzo de Almagro el equipo del fútbol preferido. La vocación por el sacerdocio interrumpió el noviazgo insinuado. Rápido ascenso en la estructura de la congregación de los jesuitas, en la que es designado superior provincial. La etapa con mayores detalles de la actuación de Bergoglio es la del horror del terrorismo de Estado.

Llámame Francisco muestra el allanamiento a un juzgado federal, en el que se daba curso a habeas corpus por personas detenidas y desaparecidas. Dramatiza los ingresos intimidantes de uniformados a instituciones religiosas. Coloca a Alfredo Astiz como impostor, familiar de víctimas de la represión, y operador en sesiones de torturas, culminadas con vuelos de la muerte. Ubica a Bergoglio en gestiones ante militares de alto grado, con resultados diversos, en favor de seminaristas perseguidos. En una secuencia, Bergoglio oficia misa en la capilla de la residencia de Olivos y conversa con el presidente de facto Jorge Rafael Videla. En otro momento, el tenso diálogo es con el almirante Emilio Massera.
Monseñor Enrique Angelelli aparece en escena. Le solicita y obtiene de Bergoglio, refugio para tres jóvenes que corren riesgo en La Rioja. Dos curas villeros se niegan a abandonar su parroquia, son capturados y padecen tormentos. Liberados en mal estado rechazan conversar con Bergoglio, que en reflexión posterior se refiere a “decisiones urgentes”, que adoptó ante el terrorismo de Estado. Sin explicaciones, la producción acelera el desenlace, con sobrevuelo de la última década del siglo XX. El 13 de marzo de 2013 es elegido Papa y establece: Llámame Francisco.

*Periodista - Escritor
Publicado el 24 de mayo de 2017
@alfieriguillermo
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