No obstante, el aislamiento social, preventivo y obligatorio, sumados al fuerte deterioro económico que se generó en numerosos ámbitos, trajo como consecuencia cuadros de estrés que hoy preocupan a los profesionales de la salud mental.
Ya al inicio del confinamiento, desde el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos advirtieron un aumento en la demanda de tranquilizantes, ansiolíticos, antidepresivos y otros fármacos que se venden con receta archivada, tendientes a mitigar los síntomas que provocó esta situación.
A la par, psiquiatras y psicólogos dan cuenta de un incremento en las consultas para paliar los efectos adversos que puede generar el contexto actual, caracterizado por una fuerte incertidumbre respecto al futuro.
En este marco, esta semana el neurocientífico Facundo Manes señaló que el coronavirus está ocasionando consecuencias a la humanidad vinculadas a las trastornos de ansiedad o depresión, sobre todo en los jóvenes, y afirmó: “La salud no se puede separar en salud física y mental. La salud es integral y hoy los argentinos estamos exhaustos”.
Al respecto, Fernando Fusaro, reconocido médico psiquiatra que atiende en Paraná, Oro Verde, Crespo y otras localidades de la región, analizó: “Al principio, para la mayoría el confinamiento fue todo como una novedad, como un recreo, si bien hubo personas puntuales que se sintieron muy afectadas. En cambio, hoy es un motivo de consulta constante en los consultorio de psicología o psiquiatría alguna situación de ansiedad, depresión, problema laboral o de relaciones interpersonales, relacionadas a la cuarentena. Prácticamente el 80% o el 90% de los pacientes que atendemos en la actualidad de alguna manera u otra está afectado por la cuarentena”.
Sobre este punto, el especialista explicó a UNO: “El sistema de alerta o de defensa que uno tiene ante situaciones hostiles está diseñado para funcionar un tiempo corto. Pero cuando esto se prolonga de tal manera, el sistema se agota, porque ese golpe de adrenalina y ese organismo que se prepara para la lucha o para la fuga ante una situación puntual, tiene una respuesta efectiva corta”.
“Cuando ese estímulo negativo se extiende en el tiempo, el sistema de lucha o fuga se agota químicamente y aparece esa sintomatología que ya no es momentánea por un sufrimiento determinado, sino que corresponde a un trastorno y empiezan a manifestarse alteraciones en la alimentación, en el sueño, o en distintas funciones orgánicas, como puede ser la parte digestiva, o el paciente sufre que dolores que nunca tuvo”, dijo, y agregó: “Comienza a tener problemas de inestabilidad, que a su vez lo llevan a una falla en su adaptación a las relaciones interpersonales, que se puede agudizar en grupos etarios extremos”.
Según observó, cada franja etaria puede verse afectada de diferentes formas: quien está en edades productivas y se ve imposibilitado de trabajar, sufre esta situación las personas de avanzada edad por lo genera deben permanecer aislados porque integran la población de riesgo ante del Covid, y sufren la soledad en el caso de los niños, se han registrado sintomatologías que jamás habían presentado, o involuciones: “Hay chicos que vuelven a hacerse pis o que empiezan a tener dolores o hay jóvenes que comienzan a aislarse, o a sentir miedo, porque están muy pendientes de la información y vienen a veces los padres al consultorio porque los hijos están como obsesivos, y muchos están teniendo una respuesta extrema ante el coronavirus y es de lo único que hablan”, indicó Fusaro.
Por otra parte, advirtió que están involucrados en este proceso “todos los aspectos que enferman mentalmente al ser humano: lo económico, lo espiritual, lo relacional”, y sostuvo: “No hay un aspecto que en un tiempo tan prolongado no esté afectado. Creo que la humanidad no conoce una cuarentena similar y nunca ha pasado semejante situación”.
La incertidumbre respecto a cuándo culminará esta pandemia es un punto que profundiza esta problemática, y el experto opinó: “Esto es lo más terrible. Si bien no se sabe todavía a nivel médico cuándo va a haber una la vacuna y todo lo demás, creo que a nivel político se podría poner un punto y decir, por ejemplo, ‘para el 1° de noviembre las actividades se normalizan, con el cuidado intensivo y responsable de cada uno’. Me parece que con una noticia de ese tipo empezaría a aliviarse de forma categórica la sintomatología que hoy presenta el paciente por el tema de la cuarentena y de la pandemia”.
A estas experiencias adversas hay que sumarle ahora el miedo que representa el incremento de los contagios a nivel local y zonal, y sobre este aspecto, el médico psiquiatra manifestó: “En este momento se está produciendo el pico real de contagios, la mayoría tenemos algún conocido que contrajo coronavirus, y hay un miedo que es real”.
Aunque se flexibilizaron algunas actividades, otras siguen restringidas, y eso también contribuye a los estados de ansiedad que surgen en esta época: “Lo espiritual es inherente al ser humano, más allá de la creencia que uno pueda tener, o la no creencia. Cuando no se puede ir a la iglesia, hay que recurrir a alguna alternativa online para satisfacer de alguna manera la sed espiritual. Cada uno debe empezar ahora a reinventarse en lo que más se pueda, hacer deporte en su casa cuando no se permite concurrir a un gimnasio y demás”, aconsejó Fusaro, y subrayó: “Hay que buscar alguna alternativa, y usar la creatividad para poder satisfacer esas necesidades básicas”.
Sobre el interrogante acerca de cuáles serán las principales secuelas psíquicas y físicas de esta pandemia, reflexionó: “Me parece que aparte de la vacuna, el gran desafío de la medicina y la salud pública mundial será reparar el daño psíquico y físico que generó semejante situación, mas allá del virus”.
Consumo de fármacos
Respecto al aumento del consumo de ansiolíticos y otros medicamentos recetados para afrontar esta situación, Fusaro recordó: “Estamos en un país donde el abuso de ansiolíticos es realmente preocupante. Y hay que recordar que el mecanismo de acción de los ansiolíticos como clonazepam, lorazepam, y las marcas comerciales que uno conoce, es muy similar en efecto y mecanismo de acción al alcohol. Ya sabemos que en estas situaciones se ha aumentado el consumo per cápita de alcohol y obviamente el consumo y abuso de ansiolíticos”.
En este marco, advirtió: “El gran problema está con los fármacos de abuso, que producen dependencia, adicción, y donde se necesita cada vez un aumento de las dosis para lograr el mismo efecto. Y creo que eso se ve con el alcohol y sobre todo con los ansiolíticos”. |