Feminismo en la Argentina actual: Estado, trabajo y sociedad
La séptima edición de estas jornadas abrió con un panel conformado por Carolina Spataro, Cecilia Castro, Melina Vázquez, María Inés Fernández Álvarez, Mariana Carbajal y Soledad Mieres.
Fecha/Hora: 30/09/2025 08:16
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¿Qué desafíos enfrentan los feminismos en la actualidad?, ¿qué alianzas estratégicas pueden articular y qué agendas son pertinentes? Estas fueron las preguntas disparadoras que hizo María Inés Fernández Álvarez --investigadora de Conicet con sede en el Citra (ConicetET-UMET)-- para introducir la mesa titulada “Feminismo en la Argentina actual: Estado, trabajo y sociedad”, en la séptima edición de la Semana de la Investigación y Desarrollo en la UMET, organizada por esta casa de estudios, en conjunto con Clacso y Página/12. “La idea es abrir una conversación que cruce distintas miradas: de las ciencias sociales, el periodismo, el derecho y el mundo del trabajo”, dijo Fernández Álvarez y presentó a las expositoras: Cecilia Castro, Secretaria de Formación de ATE Capital; Melina Vázquez y Carolina Spataro, investigadoras del Instituto Gino Germani de la UBA y autoras del libro “Sin padre, sin marido y sin Estado. Feministas de las nuevas derechas”; Soledad Mieres, abogada especialista en Justicia y Género, decana de la UMET; y la escritora y periodista especializada en género de Página/12 --entre otros medios de comunicación--, Mariana Carbajal.
El Estado y el lenguaje en disputa
La primera intervención fue la de Castro. Comenzó con un repaso sobre los avances y retrocesos de los derechos de las mujeres y personas trans durante los últimos gobiernos, para luego describir la situación actual, con Javier Milei a la cabeza del Poder Ejecutivo: “estamos viviendo una criminalización de la perspectiva de género a través de lo que la derecha denomina ‘ideología de género’”, señaló la Secretaria de Formación de ATE Capital.
En este proceso, explicó Castro, convergen la estigmatización del trabajo estatal y los discursos antifeministas. “Los despidos en el Estado tuvieron un efecto disciplinador. Los trabajadores y trabajadoras que no fueron despedidos tienen miedo a mostrar perspectiva de género porque sigue habiendo despidos arbitrarios”, contó. En tal escenario, las formaciones en género que elabora el sindicato son rechazadas por las instituciones estatales --dio el ejemplo del Ministerio de Capital Humano, cartera históricamente feminizada “con muchas trabajadoras mujeres y una mayoría de mujeres como destinatarias de las políticas públicas”-- son “censuradas o eliminadas”.
“Nos rebotan proyectos por hablar de ‘ellas y ellos’, ni hablar de usar lenguaje inclusivo, pero también nos rebotan por usar palabras como soberanía o comunidad. Incluso nos rebotaron una capacitación, por usar la palabra ‘empatía’”, detalló Castro. En tal escenario, destacó la importancia de la creatividad para hacer pasar los proyectos con otras palabras, y, fundamentalmente, “crear espacios donde podamos discutir en profundidad, de manera articulada con otras instituciones como organizaciones sociales y universidades, armar estrategias colectivas”. Para cerrar afirmó que “la formación es un acto político de resistencia y supervivencia”.
Mariana Carbajal también centró su disertación sobre la disputa por el lenguaje. Como punto de partida habló sobre el triple femicidio de Brenda, Morena y Lara: “son muertes atravesadas por la violencia de género, pero se ve un rechazo a usar la palabra femicidio, aún cuando los protocolos judiciales indican que toda muerte violenta de una mujer tiene que tener como hipótesis inicial la del femicidio”.
Para la periodista el gran desafío del feminismo es “cómo volver a enamorar con una agenda propia”, para lo cual es necesario “explicar todo de nuevo”. “Tenemos que volver a explicar que la violencia de género es consecuencia de la desigualdad estructural que vivimos históricamente las mujeres”, sostuvo. En este gesto, además, consideró necesario “historizar”, es decir, explicar “que hace setenta años las mujeres no votábamos porque éramos mujeres” o que “las primeras médicas que estudiaron en la universidad no podían ejercer porque eran mujeres”. “Subrayar lo absurdas que son esas cuestiones hoy en día sirve para generar empatía”, afirmó.
Dentro del desafío comunicacional con el que se enfrenta el feminismo, Carbajal advirtió que los grandes medios de comunicación --y también los no tan grandes y pretendidos “progresistas”-- retrocedieron en la incorporación de editoras de género e incluso de incluir mujeres en los equipos periodísticos. “Cuando ocurren temas que llegan a la agenda pública, como el triple femicidio, no hay quien aborde estos temas desde la perspectiva de género”, aseguró.
“Es importante para que nuestra agenda feminista tenga relevancia en la discusión pública y política que nosotras la pongamos en primer plano, y para eso es necesario que participemos de los medios de comunicación”, continuó. Luego agregó que el movimiento Ni Una Menos tuvo como característica importante el atributo de ser “una estrategia comunicacional”, impulsada por “comunicadoras, periodistas y escritoras que estábamos en los medios”. “No alcanza con las redes sociales. Para llegar a la discusión política y legislativa, es necesario estar en esa primera línea de los medios de comunicación”, concluyó.
Las derechas y los feminismos
Las investigadoras Melina Vázquez y Carolina Spataro centraron su exposición en la investigación que materializan este año en el libro Sin padre, sin marido y sin Estado. Feministas de las nuevas derechas, publicado este año por Siglo XXI. “Nuestro libro nos permitió pensar las derivas no progresistas del feminismo”, contó Spataro. “Era obvio que esto iba a suceder, sobre todo en las generaciones más jóvenes, que tienen esas discusiones muy a mano en los medios de comunicación, en las industrias culturales, en las artistas a las que siguen, en las series que miran, en las conversaciones que tienen con sus padres”, agregó.
Estos grupos de mujeres, explicó Spataro, “creen que el feminismo es una bandera que vale la pena levantar, pero para eso tienen que construir un feminismo que las representes, de corte liberal”. Se trata de un feminismo “anti Estado”, señaló.
Vázquez añadió que la inquietud surgió también a partir de buscar “entender las lecturas del feminismo explorando tres generaciones de mujeres liberales”. “Para las señoras liberales, el feminismo es mala palabra; para las más jóvenes también, porque en los espacios liberales de los que forman parte el feminismo es objeto de cuestionamientos y ellas creen que el feminismo debe recuperarse, aunque sea no como ‘feminismo de las zurdas’ --como dicen ellas--, sino como feminismo liberal”.
La apuesta política del libro parte de la premisa de que “no se puede luchar contra lo que no se conoce”, sostuvo Vázquez. “La primera condición para cualquier batalla política y para cualquier objetivo académico es escuchar, comprender y sobre esa base hacerse preguntas”, reflexionó.
La intervención de Soledad Mieres orbitó sobre los liderazgos políticos y los desafíos que tienen los feminismos para intervenir y transformar las lógicas de conducción política. “Tiene que ver con deconstruir y reconstruir el concepto de liderazgo político, que viene de la academia patriarcal. Se trata de plantear una crítica feminista a este concepto”, explicó.
“La construcción de liderazgos políticos tiene que estar necesariamente vinculada a las agendas que esos liderazgos quieren llevar adelante y a la relación de esas agendas con las del feminismo”, sostuvo Mieres, especialista en justicia y género. Según su perspectiva, el colectivo de mujeres debe repensar quiénes son los que llevan adelante las agendas de género, para que las mismas “no queden en el aire”.
La intermediación entre las luchas, las agendas y los liderazgos dentro de los feminismos tiene que pensarse en conjunto: “tenemos que analizar qué pasa con la construcción de liderazgos en distintos ámbitos, en la crisis de representación que vivimos en Argentina. Darnos un debate profundo acerca de qué liderazgos vamos a construir o sostener”, concluyó.
El Estado y el lenguaje en disputa
La primera intervención fue la de Castro. Comenzó con un repaso sobre los avances y retrocesos de los derechos de las mujeres y personas trans durante los últimos gobiernos, para luego describir la situación actual, con Javier Milei a la cabeza del Poder Ejecutivo: “estamos viviendo una criminalización de la perspectiva de género a través de lo que la derecha denomina ‘ideología de género’”, señaló la Secretaria de Formación de ATE Capital.
En este proceso, explicó Castro, convergen la estigmatización del trabajo estatal y los discursos antifeministas. “Los despidos en el Estado tuvieron un efecto disciplinador. Los trabajadores y trabajadoras que no fueron despedidos tienen miedo a mostrar perspectiva de género porque sigue habiendo despidos arbitrarios”, contó. En tal escenario, las formaciones en género que elabora el sindicato son rechazadas por las instituciones estatales --dio el ejemplo del Ministerio de Capital Humano, cartera históricamente feminizada “con muchas trabajadoras mujeres y una mayoría de mujeres como destinatarias de las políticas públicas”-- son “censuradas o eliminadas”.
“Nos rebotan proyectos por hablar de ‘ellas y ellos’, ni hablar de usar lenguaje inclusivo, pero también nos rebotan por usar palabras como soberanía o comunidad. Incluso nos rebotaron una capacitación, por usar la palabra ‘empatía’”, detalló Castro. En tal escenario, destacó la importancia de la creatividad para hacer pasar los proyectos con otras palabras, y, fundamentalmente, “crear espacios donde podamos discutir en profundidad, de manera articulada con otras instituciones como organizaciones sociales y universidades, armar estrategias colectivas”. Para cerrar afirmó que “la formación es un acto político de resistencia y supervivencia”.
Mariana Carbajal también centró su disertación sobre la disputa por el lenguaje. Como punto de partida habló sobre el triple femicidio de Brenda, Morena y Lara: “son muertes atravesadas por la violencia de género, pero se ve un rechazo a usar la palabra femicidio, aún cuando los protocolos judiciales indican que toda muerte violenta de una mujer tiene que tener como hipótesis inicial la del femicidio”.
Para la periodista el gran desafío del feminismo es “cómo volver a enamorar con una agenda propia”, para lo cual es necesario “explicar todo de nuevo”. “Tenemos que volver a explicar que la violencia de género es consecuencia de la desigualdad estructural que vivimos históricamente las mujeres”, sostuvo. En este gesto, además, consideró necesario “historizar”, es decir, explicar “que hace setenta años las mujeres no votábamos porque éramos mujeres” o que “las primeras médicas que estudiaron en la universidad no podían ejercer porque eran mujeres”. “Subrayar lo absurdas que son esas cuestiones hoy en día sirve para generar empatía”, afirmó.
Dentro del desafío comunicacional con el que se enfrenta el feminismo, Carbajal advirtió que los grandes medios de comunicación --y también los no tan grandes y pretendidos “progresistas”-- retrocedieron en la incorporación de editoras de género e incluso de incluir mujeres en los equipos periodísticos. “Cuando ocurren temas que llegan a la agenda pública, como el triple femicidio, no hay quien aborde estos temas desde la perspectiva de género”, aseguró.
“Es importante para que nuestra agenda feminista tenga relevancia en la discusión pública y política que nosotras la pongamos en primer plano, y para eso es necesario que participemos de los medios de comunicación”, continuó. Luego agregó que el movimiento Ni Una Menos tuvo como característica importante el atributo de ser “una estrategia comunicacional”, impulsada por “comunicadoras, periodistas y escritoras que estábamos en los medios”. “No alcanza con las redes sociales. Para llegar a la discusión política y legislativa, es necesario estar en esa primera línea de los medios de comunicación”, concluyó.
Las derechas y los feminismos
Las investigadoras Melina Vázquez y Carolina Spataro centraron su exposición en la investigación que materializan este año en el libro Sin padre, sin marido y sin Estado. Feministas de las nuevas derechas, publicado este año por Siglo XXI. “Nuestro libro nos permitió pensar las derivas no progresistas del feminismo”, contó Spataro. “Era obvio que esto iba a suceder, sobre todo en las generaciones más jóvenes, que tienen esas discusiones muy a mano en los medios de comunicación, en las industrias culturales, en las artistas a las que siguen, en las series que miran, en las conversaciones que tienen con sus padres”, agregó.
Estos grupos de mujeres, explicó Spataro, “creen que el feminismo es una bandera que vale la pena levantar, pero para eso tienen que construir un feminismo que las representes, de corte liberal”. Se trata de un feminismo “anti Estado”, señaló.
Vázquez añadió que la inquietud surgió también a partir de buscar “entender las lecturas del feminismo explorando tres generaciones de mujeres liberales”. “Para las señoras liberales, el feminismo es mala palabra; para las más jóvenes también, porque en los espacios liberales de los que forman parte el feminismo es objeto de cuestionamientos y ellas creen que el feminismo debe recuperarse, aunque sea no como ‘feminismo de las zurdas’ --como dicen ellas--, sino como feminismo liberal”.
La apuesta política del libro parte de la premisa de que “no se puede luchar contra lo que no se conoce”, sostuvo Vázquez. “La primera condición para cualquier batalla política y para cualquier objetivo académico es escuchar, comprender y sobre esa base hacerse preguntas”, reflexionó.
La intervención de Soledad Mieres orbitó sobre los liderazgos políticos y los desafíos que tienen los feminismos para intervenir y transformar las lógicas de conducción política. “Tiene que ver con deconstruir y reconstruir el concepto de liderazgo político, que viene de la academia patriarcal. Se trata de plantear una crítica feminista a este concepto”, explicó.
“La construcción de liderazgos políticos tiene que estar necesariamente vinculada a las agendas que esos liderazgos quieren llevar adelante y a la relación de esas agendas con las del feminismo”, sostuvo Mieres, especialista en justicia y género. Según su perspectiva, el colectivo de mujeres debe repensar quiénes son los que llevan adelante las agendas de género, para que las mismas “no queden en el aire”.
La intermediación entre las luchas, las agendas y los liderazgos dentro de los feminismos tiene que pensarse en conjunto: “tenemos que analizar qué pasa con la construcción de liderazgos en distintos ámbitos, en la crisis de representación que vivimos en Argentina. Darnos un debate profundo acerca de qué liderazgos vamos a construir o sostener”, concluyó.