Otro represor que deja la cárcel: Le dieron la libertad a Eduardo Kalinec
El “Doctor K” tiene una condena a prisión perpetua y ahora busca perseguir judicialmente a los sobrevivientes de los ‘70. Su liberación causó conmoción entre sus víctimas.
Fecha/Hora: 23/12/2025 08:47
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Eduardo Emilio Kalinec logró lo que hace tiempo estaba buscando: la libertad. En los centros clandestinos conocidos como Atlético-Banco-Olimpo (ABO), Kalinec era el “Doctor K”. Condenado a prisión perpetua por crímenes en esos campos de concentración, el represor consiguió un fallo para salir de la Unidad 19 de Ezeiza, donde estaba alojado. Kalinec tiene otra particularidad: es quien impulsa la denuncia por la bomba en la sede de la Superintendencia de Seguridad Federal (SSF) para continuar persiguiendo --ahora por otras vías-- a los militantes de los años ’70.
Kalinec es uno de los nombres emblemáticos del terror de la dictadura. Su apodo figura en los archivos judiciales desde 1985, cuando el sobreviviente Mario Villani lo incorporó en un listado de represores que actuaron en ABO. Villani lo recordaba morocho, morrudo y de cuello grueso. También decía que era “bastante temido” dentro de las mazmorras.
En el juicio que llevó adelante el Tribunal Oral Federal (TOF) 2 de la Ciudad de Buenos Aires aparecieron otros testimonios que lo mostraban al Doctor K en acción. Ana María Careaga recordó que se puso furioso porque ella no había dicho que estaba embarazada al momento de su secuestro y que le pegaba patadas cuando la encontraba antes de ingresar al baño. “¿Querés que te abra de piernas y te haga abortar?”, la amenazaba.
A Delia Barrera, el Doctor K le dijo que no iban a vendarle las fracturas porque no querían que se fuera a ahorcar con las vendas. A Daniel Merialdo, Kalinec lo golpeó con fiereza mientras estaba secuestrado en el Banco porque entendió que intentaba levantarse el “tabique” con el que le tapaban los ojos. Miguel D’Agostino lo vio en el “quirófano” mientras lo torturaban y tuvo oportunidad de mirarlo a los ojos cuando lo subieron a un auto con la intención de provocar nuevas caídas. Jorge Braiza lo identificó como quien les decía a los prisioneros que serían trasladados a unas granjas en Chaco y que tenían que darles unas vacunas contra el mal de Chagas.
Por estos testimonios, el TOF 2 entendió que Kalinec había participado en toda la cadena represiva: en los secuestros, en las torturas, en el manejo de los detenidos y en la fase final del exterminio, con las inyecciones para adormecer a quienes serían arrojados en los vuelos de la muerte.
Con esos crímenes en sus espaldas y sin remordimiento, Kalinec volverá a las calles.
Antes del mediodía de este lunes, el juez Guillermo Costabel firmó el fallo que le otorgó la libertad condicional a Kalinec. Al hacerlo, dejó por escrito que no estaba de acuerdo con la decisión, pero que debía cumplir con lo resuelto por la Cámara Federal de Casación Penal.
Kalinec tiene 73 años. Pasó preso los últimos 20 años. El 21 de diciembre de 2010 fue condenado a prisión perpetua. En 2023, la Procuraduría de Investigaciones Administrativas (PIA) consiguió que le dieran la baja de la Policía Federal Argentina (PFA).
Desde hace tiempo venía pidiendo distintos beneficios. En el verano de 2022, la Sala de Feria de la Cámara Federal de Casación Penal le concedió las salidas transitorias con un objetivo que parecía, al menos, paradójico. Los camaristas entendieron que serviría para afianzar sus vínculos familiares. Kalinec tiene cuatro hijas. Una de ellas, Analía, repudia públicamente sus crímenes.
Desde entonces, Kalinec salió en más de 60 oportunidades de la cárcel, según lo informado por el Servicio Penitenciario Federal (SPF). Este año pidió la libertad condicional. El 18 de agosto se hizo una audiencia en la que sus víctimas o los familiares de sus víctimas rechazaron la posibilidad de verlo por las calles. También expresó su rechazo la fiscalía que encabeza Alejandro Alagia.
El 8 de septiembre, el TOF 2 denegó el beneficio para Kalinec. Sin embargo, él recurrió. El martes pasado consiguió un espaldarazo de la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal.
Con la única oposición de Mariano Borinsky, Gustavo Hornos y Javier Carbajo revocaron la decisión del TOF 2 porque le había dado especial valor al informe del equipo interdisciplinario, que depende de la propia Casación, y que remarcaba que Kalinec no se arrepentía de sus actos.
Por el contrario, Hornos y Carbajo prefirieron darle mayor peso al informe del SPF —que dependía de Patricia Bullrich y ahora de Alejandra Monteoliva—, que señalaba que tenía buena conducta y le daba pronóstico de reinserción social.
Este diario viene advirtiendo desde hace meses que el SPF tiende a presentar reportes favorables a la libertad de los represores o a sostener que no cuenta con las condiciones necesarias para mantenerlos en prisión. Esto coincide con otro dato que puso de resalto la Procuraduría de Crímenes Contra la Humanidad (PCCH) la semana pasada: en el último año hubo una “caída histórica” de los represores en cárcel común. Bullrich hizo una maniobra para que la mayoría esté alojada en la unidad VIP de Campo de Mayo.
La noticia, como era previsible, causó conmoción entre las víctimas de Kalinec. Delia Barrera recordó todas las veces que acudieron a los tribunales para oponerse a los beneficios que pedía el represor. “Los familiares hablaron sobre sus queridos ausentes, quienes siguen hoy desaparecidos y no pueden conocer la verdad sobre el destino de ellos. Nosotros, los sobrevivientes, volvimos a pasar por el cuerpo lo vivido, padecido, sufrido, perdido durante nuestro cautiverio. Los jueces escucharon nuestras voces; nosotros hablamos por quienes hoy no pueden hacerlo. ¿Y qué pasó? Hoy vemos cómo la impunidad, la falta de justicia y los oídos sordos nuevamente nos dan la espalda y permiten que un genocida, que no se arrepiente de su accionar, que seguramente volvería a hacerlo y que guarda silencio sobre quienes siguen hasta hoy desaparecidos —un delito que se sigue cometiendo, un delito que no prescribe—, logre volver a su casa, caminar por las calles, reunirse con su familia, algo que muchos de nosotros no podemos hacer porque nos faltan hijos, hermanos, esposos, tíos”, denuncia.
“La paradoja de este represor es que le hizo un juicio por indignidad a su hija, cuando él apuntaba ferozmente, en el marco de las torturas, a la pérdida de la dignidad de sujeto en sus víctimas, sometiéndolas a condiciones infrahumanas. Resulta escandaloso que se beneficie a los autores de estos hechos imperdonables e imprescriptibles, que ofenden la condición humana y que apuntan a desandar los avances que en materia de Memoria, Verdad y Justicia se han destacado siempre en nuestro país”, sostiene Ana Careaga.
“El domingo, mi hermana hubiese cumplido 69 años —dice Silvia Fontana—. Y pensaba en esos 20 años que tenía cuando personajes nefastos como Kalinec la recibieron en ese lugar del horror, en ese sótano frío donde quisieron deshumanizarla poniéndole una letra y un número. Ella pasó a ser K34, pero siempre conservó su identidad. Llegó con sus dos meses y medio de embarazo. Ella, tan frágil y chiquita, no solo luchó por ella sino también por ese bebé que tanto deseaba”. Para Silvia, es muy doloroso que Kalinec salga para disfrutar la vida o las fiestas con su familia. “Un enorme dolor nos invade el cuerpo. Pienso en ella, en cada uno de los que pasaron por sus manos asesinas y no lo puedo creer”.
Desde las querellas ya hicieron saber que recurrirán la decisión.
Kalinec es uno de los nombres emblemáticos del terror de la dictadura. Su apodo figura en los archivos judiciales desde 1985, cuando el sobreviviente Mario Villani lo incorporó en un listado de represores que actuaron en ABO. Villani lo recordaba morocho, morrudo y de cuello grueso. También decía que era “bastante temido” dentro de las mazmorras.
En el juicio que llevó adelante el Tribunal Oral Federal (TOF) 2 de la Ciudad de Buenos Aires aparecieron otros testimonios que lo mostraban al Doctor K en acción. Ana María Careaga recordó que se puso furioso porque ella no había dicho que estaba embarazada al momento de su secuestro y que le pegaba patadas cuando la encontraba antes de ingresar al baño. “¿Querés que te abra de piernas y te haga abortar?”, la amenazaba.
A Delia Barrera, el Doctor K le dijo que no iban a vendarle las fracturas porque no querían que se fuera a ahorcar con las vendas. A Daniel Merialdo, Kalinec lo golpeó con fiereza mientras estaba secuestrado en el Banco porque entendió que intentaba levantarse el “tabique” con el que le tapaban los ojos. Miguel D’Agostino lo vio en el “quirófano” mientras lo torturaban y tuvo oportunidad de mirarlo a los ojos cuando lo subieron a un auto con la intención de provocar nuevas caídas. Jorge Braiza lo identificó como quien les decía a los prisioneros que serían trasladados a unas granjas en Chaco y que tenían que darles unas vacunas contra el mal de Chagas.
Por estos testimonios, el TOF 2 entendió que Kalinec había participado en toda la cadena represiva: en los secuestros, en las torturas, en el manejo de los detenidos y en la fase final del exterminio, con las inyecciones para adormecer a quienes serían arrojados en los vuelos de la muerte.
Con esos crímenes en sus espaldas y sin remordimiento, Kalinec volverá a las calles.
Antes del mediodía de este lunes, el juez Guillermo Costabel firmó el fallo que le otorgó la libertad condicional a Kalinec. Al hacerlo, dejó por escrito que no estaba de acuerdo con la decisión, pero que debía cumplir con lo resuelto por la Cámara Federal de Casación Penal.
Kalinec tiene 73 años. Pasó preso los últimos 20 años. El 21 de diciembre de 2010 fue condenado a prisión perpetua. En 2023, la Procuraduría de Investigaciones Administrativas (PIA) consiguió que le dieran la baja de la Policía Federal Argentina (PFA).
Desde hace tiempo venía pidiendo distintos beneficios. En el verano de 2022, la Sala de Feria de la Cámara Federal de Casación Penal le concedió las salidas transitorias con un objetivo que parecía, al menos, paradójico. Los camaristas entendieron que serviría para afianzar sus vínculos familiares. Kalinec tiene cuatro hijas. Una de ellas, Analía, repudia públicamente sus crímenes.
Desde entonces, Kalinec salió en más de 60 oportunidades de la cárcel, según lo informado por el Servicio Penitenciario Federal (SPF). Este año pidió la libertad condicional. El 18 de agosto se hizo una audiencia en la que sus víctimas o los familiares de sus víctimas rechazaron la posibilidad de verlo por las calles. También expresó su rechazo la fiscalía que encabeza Alejandro Alagia.
El 8 de septiembre, el TOF 2 denegó el beneficio para Kalinec. Sin embargo, él recurrió. El martes pasado consiguió un espaldarazo de la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal.
Con la única oposición de Mariano Borinsky, Gustavo Hornos y Javier Carbajo revocaron la decisión del TOF 2 porque le había dado especial valor al informe del equipo interdisciplinario, que depende de la propia Casación, y que remarcaba que Kalinec no se arrepentía de sus actos.
Por el contrario, Hornos y Carbajo prefirieron darle mayor peso al informe del SPF —que dependía de Patricia Bullrich y ahora de Alejandra Monteoliva—, que señalaba que tenía buena conducta y le daba pronóstico de reinserción social.
Este diario viene advirtiendo desde hace meses que el SPF tiende a presentar reportes favorables a la libertad de los represores o a sostener que no cuenta con las condiciones necesarias para mantenerlos en prisión. Esto coincide con otro dato que puso de resalto la Procuraduría de Crímenes Contra la Humanidad (PCCH) la semana pasada: en el último año hubo una “caída histórica” de los represores en cárcel común. Bullrich hizo una maniobra para que la mayoría esté alojada en la unidad VIP de Campo de Mayo.
La noticia, como era previsible, causó conmoción entre las víctimas de Kalinec. Delia Barrera recordó todas las veces que acudieron a los tribunales para oponerse a los beneficios que pedía el represor. “Los familiares hablaron sobre sus queridos ausentes, quienes siguen hoy desaparecidos y no pueden conocer la verdad sobre el destino de ellos. Nosotros, los sobrevivientes, volvimos a pasar por el cuerpo lo vivido, padecido, sufrido, perdido durante nuestro cautiverio. Los jueces escucharon nuestras voces; nosotros hablamos por quienes hoy no pueden hacerlo. ¿Y qué pasó? Hoy vemos cómo la impunidad, la falta de justicia y los oídos sordos nuevamente nos dan la espalda y permiten que un genocida, que no se arrepiente de su accionar, que seguramente volvería a hacerlo y que guarda silencio sobre quienes siguen hasta hoy desaparecidos —un delito que se sigue cometiendo, un delito que no prescribe—, logre volver a su casa, caminar por las calles, reunirse con su familia, algo que muchos de nosotros no podemos hacer porque nos faltan hijos, hermanos, esposos, tíos”, denuncia.
“La paradoja de este represor es que le hizo un juicio por indignidad a su hija, cuando él apuntaba ferozmente, en el marco de las torturas, a la pérdida de la dignidad de sujeto en sus víctimas, sometiéndolas a condiciones infrahumanas. Resulta escandaloso que se beneficie a los autores de estos hechos imperdonables e imprescriptibles, que ofenden la condición humana y que apuntan a desandar los avances que en materia de Memoria, Verdad y Justicia se han destacado siempre en nuestro país”, sostiene Ana Careaga.
“El domingo, mi hermana hubiese cumplido 69 años —dice Silvia Fontana—. Y pensaba en esos 20 años que tenía cuando personajes nefastos como Kalinec la recibieron en ese lugar del horror, en ese sótano frío donde quisieron deshumanizarla poniéndole una letra y un número. Ella pasó a ser K34, pero siempre conservó su identidad. Llegó con sus dos meses y medio de embarazo. Ella, tan frágil y chiquita, no solo luchó por ella sino también por ese bebé que tanto deseaba”. Para Silvia, es muy doloroso que Kalinec salga para disfrutar la vida o las fiestas con su familia. “Un enorme dolor nos invade el cuerpo. Pienso en ella, en cada uno de los que pasaron por sus manos asesinas y no lo puedo creer”.
Desde las querellas ya hicieron saber que recurrirán la decisión.